Anoche atendí
el funeral de Marizza, no me anime a ver su cuerpo sin vida, así que solo
llegue hasta un par de pasos del ataúd, supe que sufrió mucho sus últimos meses
de vida y sabia que ni siquiera le reconocería. Nada como la salud.
Obviamente el rencuentro con varios viejos
amigos fue inevitable y minutos después estábamos riendo por los viejos
tiempos, una falta de respeto para los dolientes pero sin duda todo un homenaje
para Marizza. Buen viaje niña, nos vemos pronto.
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